La Policía acusa al clan del taxi en el aeropuerto de Sevilla de desarrollar “una actividad mafiosa y caciquil”
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La Policía ha tildado al clan de los taxistas del aeropuerto de Sevilla, desarticulado a principios de enero, como una “actividad mafiosa, caciquil e injusta” que ha propinado palizas y constantes amenazas al resto de conductores de la capital andaluza. Su objetivo era claro: “Causar terror” para evitar la presencia de otros compañeros y mantener el monopolio sobre el aeródromo, la parada más lucrativa de la ciudad. “Actúan con total impunidad, creyendo estar al margen de la ley”, resumen los agentes en el atestado policial que entregaron al Juzgado de Instrucción 4 de Sevilla. El magistrado Sergio Escalona acusa a 37 taxistas de la asociación Hispalense Solidaridad del Taxi, formada por unos 200 conductores, de organización criminal, daños, amenazas y coacciones.
El informe desgrana las conversaciones de la cúpula de Solidaridad del Taxi, descabezada en la reciente Operación Aertase, y cómo los taxistas de esta asociación propinaron palizas a varios conductores para evitar que recogieran viajeros del aeropuerto. “Los taxistas han originado una gran sensación de inseguridad y alarma social entre el colectivo del transporte público (…) de forma coordinada y perfectamente estructurada de acciones que causan terror en el resto de taxistas (…) para intentar de una u otra forma eliminar la competencia laboral”, revela el atestado, avanzado este lunes por Diario de Sevilla. Tras acumular 19 denuncias de taxistas y coches de alquiler con conductor (VTC), los investigadores de la Brigada de Información pidieron al juez Sergio Escalona permiso para pinchar los teléfonos de los dirigentes de la asociación Solidaridad del Taxi.
Las conversaciones destapan las palizas, pero también las amenazas lanzadas de manera recurrente a otros conductores y el cobro fraudulento con tarifas desorbitadas al margen de la ley, sobre todo a turistas extranjeros. El pasado 13 de junio un conductor denunció un ataque sufrido por un taxista conocido como El Almendra: “Recibió varios golpes en la cabeza, cayendo al suelo, donde comenzó a recibir patadas en distintas partes del cuerpo. Fruto de esa agresión, perdió el conocimiento”. Justo después, un compañero del agresor lo llamó “para negociar y que no asistiera a juicio y acordar un precio en efectivo por lo sucedido”, relata la Policía.
El empleo de la violencia estaba normalizado en la asociación Solidaridad, y su propio presidente, Antonio Velarde, propuso a un directivo amedrentar a un taxista que les había denunciado ante la Guardia Civil el pasado 27 de junio: “Jorge, tenemos que coger una noche, gente que trabaje de noche, siete u ocho, buscarlo y... que se tenga que ir a su casa, porque esto ya no es normal, tío, le tenemos que decir cucha, te vamos a amargar... las noches y buscarlo por todos lados e irnos para allá y, cucha maricona, tú ya no hablas más de Solidaridad y te juro que le voy a dar cuatro tortas nada más, porque es un hijo de puta, un calentón (...) vamos payá y coger y ponerlo como los trapos”. Los policías destacan cómo de forma clara dicha asociación actúa como “grupo organizado” y cómo Velarde menciona la necesidad de “darle un escarmiento” a otros taxistas y “utilizar la violencia”.
En esa misma conversación, el presidente y el directivo de Solidaridad hablan sobre cuánto deben cobrarle a un turista que va a volar a Estambul. “Jorge se pregunta cuánto debe de cobrar al cliente”, relata la policía. Y Velarde contesta: “cóbrale por lo menos 60 pavos”. El directivo añade: “Llevo con él ya cerca de una hora”. Velarde remata: “Pues entonces cóbrale 80 pavos, si no te dice nada 90 y si te dice algo, pues, venga, 80″. Los investigadores subrayan “el cobro aleatorio y abusivo que realizan a algunos clientes sin reglamentación y con criterio aleatorio”.
La Policía acusa a Velarde de extralimitarse en sus funciones y usurpar el control de la parada del aeropuerto, que debe ejercer el Ayuntamiento para dirigir este servicio público del taxi. El presidente de Solidaridad daba preferencia y paso a aquellos taxistas que quería, sin esperar el turno preceptivo, e imponía castigos a los conductores que no habían respetado las normas internas de la asociación. Los agentes censuran cómo esta asociación tenía “códigos de conducta y de imposición de castigos propios” y mostraba “sumisión y respeto” hacia sus líderes. Existía “un reparto de tareas entre los distintos actores del grupo criminal, desde la dirección de las acciones (presidente y secretario) hasta las personas de más bajo status en la organización, que realizan las acciones más básicas de coacción, amenaza e insultos”.
Sobre los ataques, la Policía destaca “la dinámica del miedo y las coacciones” que instauró Solidaridad. Uno de los taxistas que denunció ataques narró cómo “rajan los neumáticos, rompen ventanillas, hay agresiones físicas y crean un ambiente de miedo y tensión constante en dicho túnel [del aeropuerto], actuando como una mafia para crear terror en esa zona de trabajo”. Otra conductora calificó la situación como “insostenible” y después de ser amenazada, tuvo que acudir a un centro de salud por un ataque de ansiedad. A un tercero, cuyo coche fue atacado con los neumáticos rajados le provocaron daños valorados en 9.000 euros, destaca el atestado.
En los pinchazos telefónicos, Velarde menciona cómo uno de los taxistas de la parada ganó en un día 500 euros, un signo evidente de lo lucrativo que resulta el aeropuerto de San Pablo para estos conductores, dado el monopolio que ejercen. En 2014 los viajeros que utilizaron el aeródromo fueron 3,8 millones; en 2024 la cifra se ha duplicado hasta los 8,4 millones. Con el tráfico aéreo disparado, un único autobús a Sevilla y los mismos 200 taxistas que hace dos décadas, el beneficio económico de cada uno es enorme y las colas de espera de pasajeros son eternas.
Tras las detenciones, el magistrado Escalona les impuso la prohibición de acercarse al aeropuerto a menos de 500 metros y ha requisado el vehículo a uno de los 37 taxistas por incumplir la medida. Mientras, el Ayuntamiento (PP) instauró hace dos semanas un turno rotatorio que permita a los 1.800 taxis de Sevilla recoger viajeros en el aeropuerto y acabar por fin con el monopolio que comenzó hace 25 años. Está por ver si el Consistorio será capaz de mantener dicho turno pese a la presión que ejerce Solidaridad sobre el resto del colectivo. De momento, patrullas alternas de Policía Nacional y Local vigilan de manera permanente la parada del aeropuerto para evitar que se reproduzcan los altercados violentos de los últimos años.
EL PAÍS